La empresa es el resultado de un emprendedor incansable que en sólo 5 años creó 4 compañías y pese al poco dinero y las dificultades, no perdió nunca la pasión por el trabajo. Hoy vive de un sueño que nació como una inquietud de su sobrino y que desarrolló con la ayuda de los más reconocidos profesionales a nivel mundial.
ARRANCAR A EMPRENDER
Corría el año 2001, Leandro tenía un título de publicitario bajo el brazo y un trabajo en una de las agencias más importantes del país con clientes de primera línea a nivel mundial. Sin embargo, para su espíritu emprendedor no era suficiente y comenzó a importar electrónica que luego vendía en las páginas de e-commerce que recién arrancaban en el país.
Lo que empezó como un complemento se convirtió luego en su único trabajo. “Me rendía, me gustaba más, me administraba mi tiempo y decidí dejar mi empleo y dedicarme de lleno. Tuve unos minutos de angustia y nervios apenas renuncié pero sentí que estaba en el camino correcto”.
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Así como su primer negocio tuvo un inicio casi impensado, su final fue abrupto e inesperado. Un día se encontraba en la oficina con sus padres, su hermana y su sobrino que habían ido de visita y fue víctima de un violento robo que cambió su vida y la de su empresa para siempre.
“Fue muy violento. Me golpearon mucho y en un momento me llevaron cerca de mis padres, les dijeron que se despidan de mí, me acostaron en el piso y gatillaron. Cruzamos las miradas y sentí que era la última vez que nos veíamos. Afortunadamente gatillaron al vacío y se fueron pero ese día decidí no volver a trabajar de eso. Al día siguiente cerré todo”.
Leandro no sólo había quedado en cero por todo lo que se habían llevado sino que debía mucho dinero a sus proveedores por la mercadería que le habían dado a cuenta y que ya no estaba más. “Hubo un día puntual que bajé de mi casa a comprar algo para comer, agarré de mi cajita lo último, lo gasté y cuando volví dije: ‘no tengo más plata’”.
VOLVER A EMPEZAR
A Leandro le llevó un tiempo recuperarse hasta que un día decidió levantarse de la cama y volver al ruedo para poder salir adelante. Otra vez, casi sin imaginarlo, se encontró en medio de una situación que le disparó una idea y acabó en un futuro emprendimiento y un medio de vida.
“Estaba manejando el auto de mi papá y me pasó un motoquero a muy alta velocidad esquivando mi auto. Pensé que estaba loco porque se arriesgaba por poca plata y yo sabía muy bien cuánto valían los viajes porque cuando vendía electrónicos hacía muchos envíos. Empecé a hacer números con la barrera del tren baja y me di cuenta que no era tan poco dinero como yo imaginaba. Ahí me puse del otro lado e imaginé cuánto podría ganar una empresa que cuente con ese servicio. Además sabía que no había una sola empresa confiable y responsable”.
Con su idea en la cabeza, Leandro le hizo una propuesta a un amigo para asociarse y a los 15 días de pensarlo salieron a la calle con muy buenos resultados.
La empresa funcionaba muy bien pero resultaba ser un negocio estresante. El trato con los empleados era muy complicado y había una vorágine “casi insoportable”. Fue así como Leandro y Andrés, su socio y amigo, llegaron a un punto donde el éxito les jugaba en contra y después de dos años y una relación un tanto desgastada, decidieron priorizar su vínculo y vender la compañía.
Una vez más, Leandro tenía que volver a apostar por algo nuevo y probó un tiempo con el turismo médico, sin embargo la competencia lo hizo renunciar al proyecto.
LA EMPRESA QUE NACIÓ DE UNA INQUIETUD FAMILIAR
“Un día me llama mi hermana porque quería mandar a su hijo a estudiar algo de tecnología y no encontraba nada. La ayudé a buscar y comprobé lo que ella decía. Entonces me ofrecí a enseñarle a mi sobrino. Ahí no me imaginé que iba a ser una oportunidad de negocios y que me iba a dedicar a esto”.
A las clases que le daba a su sobrino se le iban sumando amiguitos del pequeño interesados en aprender algo nuevo hasta que un momento llegaron a ser 15 chicos. Fue ahí que Leandro volvió a buscar más exhaustivamente información de algún lugar en el país para que los pequeños tengan más continuidad. El resultado fue el mismo: nada.
Su búsqueda se extendió hacia otras partes del mundo y vio que el área de trabajo en chicos estaba creciendo muchísimo. Fue por eso que Leandro decidió armar una campaña de publicidad para testear si había interés en el tema en el país. Una vez que validó lo que él pensaba, imaginó las oportunidades y pasó una semana armando un plan de negocios muy detallado.
Con su experiencia como emprendedor a cuestas, Leandro sabía que la parte más difícil era conseguir plata para avanzar, entonces decidió jugarse todo y animarse a lo que él creía imposible. “Busqué a la institución número uno en el mundo en materia de tecnología y di con el MIT, la universidad más importante a nivel global radicada en Boston, Estados Unidos. Investigué y vi que el líder del proyecto que yo investigaba se llamaba Mitch Resnick. Entonces le mandé un mail explicando todo lo que quería hacer en Argentina y me fui a acostar pensando que no había chance de que me conteste… A los 20 minutos vibró el teléfono con su mail de respuesta. Me invitaba a ir a Boston a charlar con él. No lo podía creer para mí era hablar con Messi. Compré un pasaje y fui a la universidad. Me vino a buscar, me dio un abrazo y me informó que me había armado 3 días de capacitación. Cuando volví agregué el partnership con el MIT que concretamos en el plan de negocio y a partir de ahí vinieron las inversiones”.
Una vez armado su plan sólo quedaba ejecutarlo. La empresa se dio a conocer a través de una campaña digital y en el momento que Leandro puso play pidió tres veces al universo que su idea funcione. Ese fue el instante del nacimiento de TECNO KIDS.
La actualidad encuentra a la compañía en un proceso de expansión muy agresivo. Proyectan tener más sedes propias y llegar a más lugares del país a través del sistema de franquicias. Además tienen un fuerte compromiso social y brindan cursos para chicos de bajos recursos.
A la hora de su balance Leandro reconoce que lo más difícil para TECNO KIDS fue educar a las familias para mandar a sus hijos a estudiar robótica pero que luego comprendieron que “aprender a programar es aprender a pensar y que un chico informado e instruido va a tener libertad de elegir lo que quiera hacer en su vida”.