Nicolás Sánchez y Esteban Siderakis, son los creadores de DENIRO, una cadena de hamburguesas de entraña que en poco tiempo logró tener 20 locales en operación y 7 en construcción y en su paso por “Franquicias que Inspiran” contaron todos los secretos de su éxito.
¿Cómo iniciaron con este proyecto?
Nosotros trabajábamos en el mundo de la gastronomía hacía años y pasamos por todos los puestos. Arrancamos hace 6 o 7 años con buffet en las escuelas. Teníamos la concesión en una escuela de danzas en Esmeralda y Sarmiento. Éramos nosotros dos, mi papá y un cocinero y después se fueron sumando nuestras hermanas porque fuimos teniendo más colegios. Ese es un mercado interesante pero bastante informal porque se depende de cooperadoras que manejan madres de alumnos que terminan el colegio y se van. No hay contratos firmados y son ocho meses de trabajo a full y 4 que está parado.
En el último negocio se nos ocurrió hacer un delivery cerrado a la calle, haciendo base en la cocina pero vendiendo a todas las oficinas que estaban por ahí. Eso nos dio el primer empujón para abrir el primer local en una galería de Florida y Marcelo T. de Alvear. Era un fast food donde hacíamos hamburguesas caseras.
Esa fue la primera experiencia y fue un click para invertir en estructuras y en un montón de cosas para las que no estábamos preparados. Teníamos 14 deliveries, 4 telefonistas, mucha demanda y eso era todo un mal manejo. En un momento dijimos que no podíamos seguir así y a los dos nos empezó a salir trabajo por otro lado pero nos quedó eso pendiente de volver a hacer algo propio con nuestra imagen y que nos identifique. Nos capacitamos, fuimos por otro lado, aprendimos, tuvimos nuevos jefes y apareció la oportunidad de abrir un local muy chiquito en Belgrano de 38 m2.
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Teníamos la idea de hacer hamburguesas pero la pregunta era cómo diferenciarnos y decidimos que era con el corte de carne. La entraña se volvió muy popular en los últimos años y empezamos las pruebas en mi casa con nuestro chef ejecutivo y en esa misma noche salió el medallón y decidimos ir para adelante.
Hoy la marca tiene un poco más de 250 empleados y es un compromiso para nosotros el cuidado del producto porque va de la mano de la fuente de trabajo.
¿Se imaginaban abrir en tan poco tiempo tantos locales?
No. De hecho tenemos un solo local propio y una participación chica en tres más que los gerenciamos y administramos pero sólo uno es nuestro que es el de Belgrano y al que van más de 200 personas por día.
¿Qué otra cosa tiene la franquicia que la hace diferente?
A medida que fuimos creciendo, llevamos a cabo la cantidad de ideas que teníamos y algunas nos quedan en el tintero. Nosotros decimos que no somos solamente un medallón de entraña. Sí llama la atención eso, pero tratamos de hacer una hamburguesa más argentina y no norteamericana como hacen en todos lados con mucho cheddar y panceta. Tratamos también de hacer algo de comunidad. Tenemos, por ejemplo, hamburguesas con hummus u hongo de pino. Le damos mucha importancia al ingrediente final y buscamos ser lo más inclusivos que podemos porque tenemos un medallón vegano con un pan vegano de elaboración propia. Tenemos productos son TACC y entregamos el pan termosellado. Cuidamos los detalles y brindamos un ambiente familiar. La música no está alta y las luces no están bajas, pero la verdad es que lo que le llama la atención a la gente es la hamburguesa de entraña. Le gente entra por eso y después tenemos un equipo de trabajo muy bueno en todas las áreas que hace que la gente vuelva.
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Adentro de la empresa tenemos un sector que se llama la escuela DENIRO que tiene un director y capacitadores. Entregamos el local con la llave en mano y luego capacitamos. A la larga lo más importante que tiene DENIRO es la persona del punto de venta. Si no está preparada para decirte “bienvenido” o para explicarte el cuidados que le damos para que una nena celíaca pueda comerse su hamburguesa con el pan, es muy difícil. Sobre todo porque nosotros estamos bastante despegados de la marca y creemos que está por arriba de todo. Lo más importante es la estructura y los recursos humanos que tenemos. La profesionalización de los empleados. En nuestra fábrica tenemos todas las semanas cursos de algo distinto para toda la cadena y se puede inscribir el que quiere. Nos da mucho más placer eso que un influencer apretando una hamburguesa jugosa con cheddar y panceta.
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