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Claudio, sufría de asma y se sentía débil y por esas “casualidades” y empujado por la necesidad de sentirse “independiente” comenzó a fabricar, en principio para sí mismo y luego para sus compañeros, un juego de escuadras que en aquel momento no podía comprar.
Su obsesión por estar siempre un paso adelante y sus constantes viajes al exterior fueron determinantes para que Claudio a lo largo de casi 60 años pudiera superar todas las crisis de una inestable Argentina.
“Los primeros 15 años fueron duros, pasé por quiebras, estafas y apuestas que no salieron bien”
El secreto de Claudio para crecer fue encontrar en la crisis una oportunidad y confiar en su instinto, nunca quedarse quieto y aunque fuese difícil arriesgar lo seguro para ir en búsqueda de nuevos productos ajustados al ritmo y demanda de un mercado cada vez más exigente.
No estuvo solo, su familia y su hija lo acompañaron y hoy a sus 79 años sigue al frente porque siente que “aún lo necesitan”
Esta es la historia de un emprendedor al que su sueño de llevar la empresa con su apellido lo sostuvo y lo sostiene en un permanente desafío de superación.
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