En esta entrevista de Gonzalo Otálora – consultor especializado en Storytelling y Pitch – para su programa “Historias que Inspiran”: Capítulo: 3 errores, 3 lecciones”, Samanta Schnabel. Fundadora y directora de Salve Regina, relata su historia, sus comienzos como artesana y sus errores a lo largo de 10 años de negocio, devenidos luego en aprendizajes.
Hoy lidera una fábrica de regalos con valor emocional. Tiene 60 empleados, más de 1500 distribuidores, un local, franquicias y ganas de seguir haciendo cosas.
“El tema era que yo nunca había vendido y menos santos de yeso. Los primeros meses lloré mucho y hasta me arrepentí de haber renunciado a mi trabajo para lanzarme a esta aventura…. Recuerdo, que un proveedor de mi mamá le empieza a dejar medallas y se desarmaban, se despegaban…y los clientes empezaron a reclamar. Hablamos con el proveedor y no teníamos respuestas. Mi mamá entró en pánico y a mí me agarró las ganas de ayudarla. Empecé a armar y desarmar y dije fabriquemos nosotros”, relata Schnabel.
Con actitud, la emprendedora empezó a diseñar y a fabricar rosarios, medallitas, etc.… se lo mostró a una clienta de su mamá, sin embargo, no recibió un gran piropo. ¡Ay, No qué horror!, le dijo.
“Siempre les digo a los chicos que trabajan conmigo, qué suerte que no escuché a ese primer No porque eso me dio la pauta para seguir adelante”, indica.
Lo segundo que diseñó les encantó a las clientas. Y en ese instante se empezó a tejer el negocio de Salve Regina.
Primer error. Crecer sin planificación
Una de las equivocaciones que cometió fue contratar amigos de los amigos, conocidos y hasta desconocidos que se acercaban al local por curiosidad.
Al proveedor que me vendía las medallas se le rompe la matriz, se enferma su esposa y cierra literalmente la cortina. Dejándola sin la materia prima con la que ella estaba trabajando y No tenía plan B.
“Recuerdo que los clientes nos insultaban literalmente y nos decían de todo. Llegué a tener 40 días de demora para entregar. Y ahí está uno de los primeros errores de RR.HH.vos pasabas por la puerta de mi emprendimiento, mirabas con ganas y yo te decía “entrá a trabajar”, sin preguntarte el nombre siquiera”, manifiesta rememorando el estado de desesperación de aquel momento.
“Crecer sin planificación puede ser complicado y a la hora de contratar colaboradores eran “los conocidos de”, me basaba más en la confianza y no tanto en las habilidades necesarias para cubrir los requisitos de los puestos de trabajo”, se lamenta Samanta.
El aprendizaje: Contratar evaluando mejor las habilidades y los valores.