Antonio atravesó su infancia en medio de la segunda guerra mundial. Lo único que tenía para jugar era botones y piedras. Cuando llegó a la argentina con su familia, primero se dedicó al rubro gastronómico y luego, de casualidad, descubrió el secreto de la fabricación de juguetes.
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Al principió fabricaban y vendían juegos muy simples. En ese entonces, llegaba al mercado rasti. Antonio, siempre fue un fanático de la marca. Y cuando esta quebró y se fue del mercado, Antonio tuvo el sueño de comprarla. Pero, era inaccesible.
A mediados de la década del 70, creo plastiblock, un juego de encastre. Era su primera marca y tuvo un gran éxito.
Luego vino la década del 80, exportaron sus productos, pero cuando llegaron los 90 todo cambió. La invasión de los juguetes importados los obligó a tapar las maquinas y dedicarse a importar para sobrevivir.
Luego del 2001, esta vez para sobrevivir, destaparon las maquinas y comenzaron a fabricar.
Una tarde, un conocido le cuenta que las matrices de RASTI estaban tiradas en Brasil. El sueño de comprar la marca que tanto amaba, volvió. Luego de un año de búsqueda, lograron ubicar las matrices y finalmente el sueño de Antonio se cumplió.
Pero, ahora estaban sus hijos y tuvo que aprender a compartir las decisiones de cómo y cuándo lanzar el producto.
Hoy juguetes Dimare, pasó a llamarse juguetes Rasti y se convirtió en un referente de su sector.