El INSTITUTO POLITÉCNICO MODELO es una escuela secundaria técnica mixta que está de pie gracias a sus empleados. Fueron los propios profesores, directivos e incluso sus porteras quienes decidieron comprarla en plena década del 90 para evitar su desaparición. Ellos apostaron todo por un colegio industrial cuando las políticas vigentes apuntaban a su destrucción masiva en el país y triunfaron. Hoy, a punto de cumplir 50 años, la institución sigue mirando al futuro con nuevos proyectos y formando alumnos no sólo con vastos conocimientos sino también con sólidos valores.
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EDUCAR PARA EL FUTURO
La escuela nació en la década del 70 bajo la órbita del grupo empresarial Bunge & Born e impulsada por una ley impositiva. Se creó con el doble propósito de beneficiar a las empresas en el pago de impuestos y, por otro lado, generar y capacitar a técnicos que luego iban a convertirse en su mano de obra.
Con esta dinámica transcurrieron los primeros años del INSTITUTO POLITÉCNICO MODELO respaldados por uno de los holdings más poderosos de la Argentina hasta que las condiciones económicas del país comenzaron a complicarse y se decidió sacar el impuesto a la educación técnica.
“Ya estaba todo armado y cambiaron las reglas del juego” recuerda Enrique, uno de los profesores que atravesó ese momento y agrega: “En el año 93 la empresa decide irse del país y vender todos los activos de a partes. Eso trajo un problema. Era fácil vender una fábrica grande pero una escuela no y 250 familias se quedaban sin colegio”
33 NUEVOS DUEÑOS
La pregunta recurrente por aquel tiempo era “¿Qué hacemos con la escuela?” y la respuesta más fácil dentro de la empresa era “hay que cerrarla”. Ante esta situación los gerentes de la compañía decidieron reunirse con el director académico de ese momento para escuchar recomendaciones y llegar a una definición.
“Hizo planteos, pensó propuestas y se le ocurrió que la podíamos comprar todos los profesores juntando el dinero de las indemnizaciones. A este hombre lo marcó la generosidad y la lucidez para involucrar a todo el mundo. Desde las porteras, pasando por los maestros de aula, hasta los pocos directivos que había”.
En el año 1994, la institución pasó a manos de 33 dueños y Alejandro, actual director de estudios, destaca lo difícil que fue la nueva realidad para todos. “Tuvimos que aprender mucho. Nosotros empezamos sin saber nada y nos tuvimos que transformar en algo que no sabíamos. Eso fue bastante complicado. Empezamos como una especie de cuerpo colegiado donde la mayoría de las decisiones se tomaban entre todos pero había bastantes dificultades para ejecutarlas”.
El comienzo fue sumamente austero aunque los nuevos dueños invirtieron la mayor cantidad de dinero posible para favorecer el progreso del colegio. Además, se cobraba una cuota baja para incentivar el ingreso de alumnos.
CAMBIOS Y PREOCUPACIONES
Ese mismo año, cuando todo parecía encaminarse, llegó la Ley Federal de Educación para hacer tambalear el proyecto y llenar de preocupación a todos. No sólo significaba un cambio en la estructura del colegio secundario sino que desalentaba el desarrollo de las escuelas técnicas. La desazón fue enorme.
“Se borraban de un plumazo los colegios técnicos y nosotros habíamos comprado uno”. A pesar de ello, y para su tranquilidad, hubo solo dos lugares en el país donde no se reglamentó la nueva ley: Córdoba y Capital Federal. Pese a la incertidumbre inicial, eso les permitió seguir de la misma manera aunque con un entorno gubernamental que ayudaba muy poco.
Las adversidades fueron superadas con trabajo y esfuerzo y los años que siguieron fueron de crecimiento. Sin embargo, en el 2001 una profunda crisis socioeconómica afectó a toda la Argentina y la educación no estuvo ajena a eso.
“Ese fue quizás el punto más difícil para la escuela. Tuvimos que hacer publicidad desde adentro para que los alumnos se quedaran y decidimos tratar de ampliarnos y no de achicarnos. Ahí surgió la idea de las dos especialidades, mecánica y computación, y el ingreso de alumnas. Fue algo difícil pero lindo”.
Lo que siguió fue sumamente favorable. Se volvió a fomentar la escuela técnica y eso generó que los padres consideren importante una formación para sus hijos de esas características. El INSTITUTO POLITÉCNICO MODELO encaró distintos proyectos para crecer y de 2012 a 2017 amplió sus instalaciones para desarrollar laboratorios y talleres donde capacitar a los jóvenes cumpliendo con todas las normativas vigentes.
PRESENTE Y FUTURO
Enrique y Alejandro coinciden en que antes había una educación muy rígida y fue necesario que El INSTITUTO POLITÉCNICO MODELO se adapte a los cambios. “Hoy el alumno tiene más contención y es el eje del trabajo de uno. Antes lo era el docente. Ese fue un cambio de paradigma importante. La educación tiene que ir a tono con los tiempos”.
Además, ambos destacan que el éxito de la institución se basa en los valores con los que forman a los futuros profesionales. “Se hace mucho hincapié en la responsabilidad de los chicos, el trabajo con respeto, el compromiso y la honestidad. Tenemos una relación con ellos que se basa en esos principios”.
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