Este es el fruto del trabajo de Gastón Greco y Tito Loizeau, dos emprendedores que tienen sus negocios en rubros fuertemente afectados por la crisis del Covid-19: la gastronomía y el comercio. Cómo lograr crear una marca y un producto en 10 días y posicionarla en el mercado.

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¿Cómo surgió la idea?

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Después de cuatro días en cuarentena Tito Loizeau, despertó con la preocupación de cómo iban a hacer para regresar a la vida normal en medio de una pandemia, sin vacunas, ni una cura. Lo primero que le vino a la cabeza es que la única forma de volver a espacios públicos es con la boca y la nariz tapada.

Los medios de comunicación y las instituciones oficiales desalentaban el uso de barbijos y al consultarlo con un grupo de amigos emprendedores, las opiniones también eran contrarias, porque pensaban que habría mucha competencia. Sin embargo Gastón Greco (quien era parte de ese grupo) se mostró entusiasta y se animaron a hacerlo.

Gastón: cuando Tito tiró la carnada fue muy fácil morderla, para mí es un mentor, amigo, una persona que siempre me ayudó, así que la verdad la oportunidad de emprender con él también era un desafío super interesante.  Dijimos “probemos ver a dónde va, a ver qué pasa con esto, nunca imaginamos la escala y el quilombo que podíamos armar en tan poco tiempo”.

Ambos tenían fortalezas que hicieron sinergia en un contexto donde había mucha gente útil con mucho tiempo disponible. Gastón venia del rubro textil, conocía proveedores. Y Tito cuenta con una agencia de publicidad, tenía los diseñadores y su esposa es fotógrafa.

De la idea a la acción ¿Cómo crearon el producto?

Investigaron cómo trabajan los países con amplia experiencia en producción de tapabocas como China y Japón. Y finalmente fue una marca neozelandesa la que inspiró el producto local. Identificaron los materiales y la forma de hacerlo.

Sin embargo, se encontraron con muchas limitantes porque la industria textil argentina “estaba cerrada” debido a la cuarentena. “No habían telas, ni elásticos y teníamos que ver cómo adaptarnos a los materiales disponibles”. Además, había que buscar la forma de diferenciarse.

La intención era no parecerse a un barbijo médico, no usar recursos que debían ir al rubro de la salud, crear un producto con una larga vida útil y adelantarse al hecho de que si los tapabocas se convertían en una necesidad, toda la industria textil iba a salir a hacerlo.

Tito: nuestro producto tiene cuatro capas y un filtro removible, es el único que no se pone detrás de las orejas, sino que se engancha detrás para más comodidad y se puede ajustar la presión que ejerce sobre la cara.

Hicimos 20 prototipos del producto, conseguimos a quien hoy es nuestro fabricante y tuvimos unos 50 tipos de tela para probar. Fue prueba y error, ver si podíamos respirar bien, hacer “la prueba del aerosol” y chequear que las cosas funcionen.

Hoy para hacer un producto nuestro, participan 6 proveedores distintos. Para llegar a ese producto final fueron 10 días de trabajo. Teníamos la gran ventaja: estábamos en cuarentena, la cuarentena hizo que pudiéramos ir mucho más rápido.

¿Cuál fue el próximo paso?

Gastón: teníamos que darle una identidad, un nombre, una imagen, una marca.

Comenzamos a desarrollar la web. Tito en dos minutos me comenzó a enviar fotos y videos, teníamos un gran nivel. Éramos dos haciendo un poco de todo. 
Estábamos “semi listos” para lo que implicaba en tan poco tiempo. El producto estaba en condiciones óptimas y ya teníamos la plataforma para poder comercializarlo.

En ese momento dijimos: “vamos a empezar a comunicar a ver qué pasa”. Un amigo nos dio una mano publicando una nota en La Nación y tuvo un gran impacto en nuestro e-commerce. Ahí empezó a girar la rueda, de un segundo a otro se empezó a mover.

Lo que vino después fue una avalancha de pedidos que no estaban del todo preparados para asumir. El primer día se encontraron vendiendo entre 2.000 y 2.500 máscaras.
Se pusieron en marcha y comenzaron a trabajar alrededor de 120 personas dentro de los cuales están los empleados de sus otros negocios cerrados por la cuarentena.

Gastón: trabajamos a tiempo completo. Queríamos ser sinceros con el consumidor y tratar de responderle y hacer que el producto llegue en el tiempo adecuado.

Tito: teníamos un tema de fábricas, porque las que teníamos podían producir entre 500 y 600 máscaras por día. Tuvimos que desarrollar muchos proveedores en un contexto difícil. Fueron 10 días de dormir dos o tres horas por noche, trabajando desde la oficina.

Hubo un efecto que no esperábamos y eran las empresas llamándonos para pedir máscaras, tomando en cuenta que éramos un producto más caro que el promedio del mercado. Hemos tenido compras de entre 20mil y 30mil unidades por parte de algunas empresas.

¿Qué se proyecta en el futuro?

The Micro Mask continúa  promoviendo su producto original, la máscara para hombres, mujeres o niños. Y están trabajando en una máscara que se pueda usar para salir a correr, entre otras líneas.

Las claves

1. Avanzar aunque no estuvieran 100% preparados.

Tito: siempre tuve la premisa en mi vida de que para mí la acción siempre es más importante que tener el producto, la idea o lo que fuera “de 10”. Porque siempre podés corregirlo.

Obviamente no se puede sacar un producto que no sirve porque es un bumerán que te van a rechazar, pero yo prefiero salir de 8 puntos en el momento justo que salir de 10 puntos pero tarde.

2. Tomar decisiones rápidamente

Gastón: no había tiempo para dudar. Fue importante el no quedarse pensando demasiado, sino tomar decisiones y avanzar. Nos fuimos encontrando con muchos inconvenientes relacionados con emprender en cuarentena, porque muchas de las cosas que son fáciles en un contexto normal, son muy difíciles de conseguir en este. Todo se hace complejo y tedioso. Las industrias estaban todas muy dormidas.

3. Aprovechar la tecnología

Tito: Internet es clave. Más allá de la coyuntura de la pandemia, si algo permite la tecnología es que en 10-15 días pudimos desarrollar una marca online y ponerla a la venta. Esto hace 20 años era absolutamente imposible.

Consejos para emprendedores

Gastón: no paralizarse, creo que lo que le pasa un poco a los emprendedores es el miedo al fracaso o a exponerse al hacer algo y que al final no resulte.

Tito: busca algo que te guste hacer, que digas: por esto me voy a levantar los próximos días, meses, años, y tengo que tener ganas de hacerlo. Porque vas a tener muchas razones para abandonarlo todos los días.

Gastón: la pasión es la clave, para mí no estamos laburando, estamos creando algo, un desafío, una adrenalina que hay que aprender a vivirla y que no es para todos porque es difícil vivir cotidianamente con esa incertidumbre de si va a durar o no y estás expuesto a que pase algo.  Te tiene que gustar resolver, los emprendedores estamos todo el tiempo resolviendo alguna cosita.

Los emprendedores somos soñadores, de las 100 ideas que tenemos realmente podemos materializar el 1% si todo sale bien, y hay que aprender a vivir con esa frustración constante de que no se materialicen las cosas que uno piensa, muchas personas en ese punto tiran la toalla.
Se trata de ser constante y así creo que las cosas pasan y después la experiencia te va dando la intuición de dónde poner la energía o dónde no.


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