Cómo superar las adversidades y salir adelante, cómo hacerse cargo de un día para el otro una empresa casi sin experiencia ni conocimientos. Hoy Hierromas es uno de los lideres en el mercado de aberturas avalada por tecnologías innovadoras y de avanzada. Hoy fabrican para toda la Argentina y algunos países de la región puertas de chapa, aluminio, madera y PVC, además de pintura final para la construcción. ¿Cómo lo lograron?
Corría el año 1952 cuando José y María se iniciaron en el oficio en un pequeño galpón. “Mi papá arrancó con un martillo, unas barras de hierro y una soldadora y mi mamá le hacía los ‘temas de oficina’. Tenían mucha pasión y ganas de crecer”, recuerda su único hijo, Alberto.
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Su pequeño taller familiar venía en crecimiento hasta que una situación los tomó por sorpresa en 1970. El matrimonio fue estafado cuando decidió expandirse y comprar un terreno lindero. Tras unos problemas en la escrituración la propiedad fue a remate y otra persona se quedó con la propiedad y con todos sus sueños.
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Los años que siguieron no fueron fáciles, incluso sufrieron un incendio que destruyó gran parte de la fábrica, pero José y María lograron recomponerse y salir adelante. “Fue una situación horrible, pero mi mamá tomó las riendas. Volvieron a cero y, en vez de quedarse lamentado, empezaron de nuevo. Siempre con la ayuda del personal de trabajo”.
LA REBELIÓN DE LA SEGUNDA GENERACIÓN
Cuando ya habían logrado encaminar la empresa, Alberto, su único hijo, había llegado a los 18 y José y María soñaban con que se convierta en profesional tratando por todos los medios de alejarlo de la fábrica. “Ellos venían de la pobreza y cuando yo cumplí los 18 soñaban con que fuera ‘el doctor’. Entonces estudié hasta 4 año de abogacía pero a mí me gustaba lo que ellos hacían”.
Los grandes esfuerzos para que estudie terminaron siendo en vano. Alberto, con una gran cuota de rebeldía, decidió vender el departamento que le habían regalado y comprar 13 mil kilos de chapa, una dobladora, una guillotina y empezó a fabricar en un lote vecino. Fue una actitud desafiante que tuvo sus frutos cuando pudo demostrarles que su plan funcionaba.
“Mis padres hacían herrería de obra pero de a poco entró en desuso y ellos ya no querían trabajar más. Entonces yo decidí arrancar con la carpintería metálica y mi papá me pasó el portafolio y ahí empezó la responsabilidad real”.
Con esta decisión vinieron años de expansión y crecimiento. Compraron más lotes y HIERROMAS creció en conjunto con la familia. Sólo una calle separaba a la empresa del hogar, por lo que los hijos de Alberto y Nelly, quien también se había sumado en la parte administrativa, crecieron rodeados de máquinas y jugando con hierros.
EL PEOR GOLPE
El año 84 se convierte en el más triste para la familia. María fallece y el dolor se apodera de José y Alberto. “Nelly empezó a tomar mayor preponderancia y hubo que recuperarse pero esta vez desde la parte emocional. Pensando en ella, seguimos adelante”.
A finales de los años 90, Leo, el hijo mayor de Alberto empezó a trabajar en la fábrica sin saber que en poco tiempo la vida y las circunstancias le iban a plantear un gran desafío.
Con cierta angustia, Alberto recuerda: “me enfermé. No soporté la presión de la fábrica. Me creía omnipotente y un día tiré el escritorio como un loco, me fui a mi casa y estuve prácticamente 20 días durmiendo. Mis hijos se tuvieron que hacer cargo de la empresa como pudieron”.
“Antes no se hablaba tanto de depresión. Le decían que estaba triste, pero luego fallece mi abuelo y se intensifican esos síntomas. Ahí tuve que tomar el mando y empecé a llevar la dirección de la empresa a mis 24 años y como podía. Era eso o se cerraba” explica Leo.
El tiempo al frente de HIERROMAS fue duro ya que Leo y Pablo, que también se había sumado para sacar a la empresa adelante, eran chicos y tenían menor experiencia en el rubro que todos sus empleados. Tanta fue la presión que la historia volvió a repetirse.
“Tenía el mismo mecanismo de liderazgo que mi papá. Yo decidía y hacía todo, con lo cual me pasó algo muy parecido a lo de él y un día no quise pisar más la fábrica”.
Fue Pablo quien salió a rescatar el negocio familiar. “Yo lo tomé de manera natural y con el apoyo de mis hermanas, de mi mamá y de mi tío, todo se fue encarrilando y hoy estamos donde estamos”.
LA CONSOLIDACIÓN
Tras unos años de descanso y recuperación lejos de la empresa, Leo volvió a HIERROMAS y, junto a su hermano, tomaron otras decisiones productivas que mejoraron los procesos y los hicieron más modernos. Pablo se quedó en el área administrativa y él volvió a la planta con ganas de innovar. “Eso repercutió en muchas cosas. Por ejemplo, costos. Salimos de la zona de confort e hicimos muchas cosas nuevas que nos hicieron crecer en producción y ventas. Fue un buen equipo”, analiza el menor de los Ibars.
Leo, por su parte, explica que fue necesario formar equipos para seguir creciendo. “Ni Pablo ni yo podíamos manejar solos a 200 personas. El dueño se tiene que correr un poquito. Ocuparse de las decisiones importantes y quitarse de lo operativo. Entonces contratamos a un jefe de personal y volví a la administración para pensar junto a mi hermano la estrategia y proyección de HIERROMAS focalizada en el marketing y las redes sociales”.
Alberto y Nelly no pueden ocultar el orgullo que les generan las ganas y el entusiasmo de sus hijos. “Leo, Pablo Evi y Caro propusieron un cambio en la metodología de laburo y me demostraron muy rápidamente lo que podían hacer así que les dije: ‘la empresa es de ustedes’. Hoy producen 3 veces lo que producía yo en prácticamente la misma superficie y HIERROMAS no para de crecer”.